Desde que escuché al sol escaparse, supe que la luna vendría. Ahora en medio de la oscuridad y desde la profundidad de la tierra puedo escuchar a la sombra del viejo cuervo hablar; parado sobre espinas punzantes veo su graznido entorpecer el tiempo. Gemidos de su garganta me recuerdan la felicidad. Atravesando el pecado, siento su alma gozar. Silencio... Perdidos en el mar, anhelamos no encontrar la realidad. Entumecidas las ideas, luchan por escapar.
     La corriente del arroyo se lleva los restos carbonizados de la pasión consumida. Un rayo de luz en mi ventana y el estruendoso rugido de un trueno me hacen despertar de mi eterno sueño. Me encuentro aquí, en medio de la oscuridad, encerrada entre cuatro paredes sin una puerta, sólo la ventana me comunica con el exterior, puedo ver el rojo cielo y la lluvia caer. 
     El cuervo se ha marchado y ahora tengo frío, creo que volveré a dormir, para poder verlo otra vez, estar en su mundo, un mundo irreal que mi mejor amiga me permite ver. Volteo a la izquierda y miro sus ojos; ella me toma por un hombro al sentir mi llanto y me pide que me duerma... otra vez. 
 
Tisha.

¿Cómo nos ves?, BMC (1999)