Definiciones de liderazgo


Actualmente, ya existe un gran número de estudios, libros y artículos sobre el tema y un número amplio de definiciones de lo que es un líder. Esas definiciones tienen distintos supuestos teóricos de las ciencias administrativas o psicosociales.  

En la realidad cotidiana la palabra liderazgo tiene varias interpretaciones y confusiones que vale la pena definir. Se suele confundir el concepto de liderazgo con el de administrador. Incluso el mismo Peter Drucker cae en esta confusión en su libro Managing for the Future (1992). Algunos han tratado de hacer una distinción radical, en la que consideran que las organizaciones actúales requieren de lideres y no de administradores, como es el caso de Warren Bennis (Bennis y Burt 1985). En las diferentes ciencias o disciplinas, líder se entiende como ser el primero, tal es el caso en la mercadotecnia, donde se habla de productos lideres, o en la misma ciencia administrativa, cuando se refiere al liderazgo de la empresa por ser la mejor o la más grande, o la de mayores utilidades. 

En el lenguaje tradicional, tanto en empresas como en instituciones gubernamentales o grupos organizados, liderazgo es equivalente a tener el mando o el poder o la responsabilidad. El liderazgo al que nos referimos en este libro es la acción de influir en los demás; las actitudes, conductas y habilidades de dirigir, orientar, motivar, vincular, integrar y optimizar el quehacer de las personas y grupos para lograr los objetivos deseados, en virtud de su posición en la estructura de poder (French, 1971), y promover el desarrollo de sus integrantes (McGregor, 1960). Este enfoque esta fundamentado en la psicología social, especialmente en la dinámica de grupos y también en la teoría del desarrollo organizacional, que es una teoría y practica de las ciencias de la conducta aplicadas a las organizaciones para enfrentar el cambio.  

En nuestro estudio nos interesan todas aquellas personas que están a cargo o promueven, dirigen y coordinan a otros seres humanos. Y nos interesa investigar la conducta en su sentido más amplio: valores, pensamientos, actitudes, sentimientos, acciones y resultados, así como el fenómeno de la interacción del líder con sus seguidores.  

El liderazgo que examinamos aquí se da tanto en una relación definida y estructurada de quien tiene el poder o la autoridad, como en la relación informal de quien influye sobre otros, aunque no tenga ninguna relación de autoridad y sólo con su poder o fuerza moral justifique esa función.  

Muchos directores, ejecutivos, militares, políticos, padres o maestros logran que sus subordinados hagan lo que ellos mandan y desde luego influyen sobre ellos. Sin embargo, aquí denominamos lideres a aquellos que dirigen a otros con su poder personal, intelectual, psicológico o emocional. Nos referimos a aquellos que, aun cuándo tienen la autoridad formal, confían en y utilizan más su influencia en los atributos personales de inteligencia, en los valores; en la forma original de percibir el medio, o de vivir las emociones. Nos interesan aquellos dirigentes que procuran fortalecer su influencia a partir de sus conocimientos y experiencias; que se ganan el poder en la forma de tratar a los demos y sus principales fuerzas son la entereza moral y las habilidades de dirección y organización.

Nos es importante analizar a los lideres cuya acción produce como resultado el desarrollo personal integral de él mismo y de sus colaboradores; en la tarea misma de lograr las metas esperadas e incluso sobrepasarlas. Esta concepción humanista exige una congruencia personal y grupal que promueva y dignifique el quehacer humano, organizacional e institucional, y que al mismo tiempo construye su medio ambiente.  

Los directivos que con su influencia y acciones disminuyen a sus colaboradores o los desvían de los valores éticos universales no son considerados como auténticos lideres en el amplio sentido de este concepto. Un Hitler, o un Stalin, o un Mao han sido en su contexto global hombres que lograron sus metas inmediatas; pero mantuvieron el poder destruyendo los valores humanos más sagrados: la libertad, el respeto a la vida y el derecho a disentir. Se olvidaron de que: "El hombre es la medida de todas las cosas y [que] esta máxima doctrinal y moral surge ante nosotros como una cadena ininterrumpida de luchas ¡no sólo ideológicas! en tomo al lugar de los derechos del hombre en la sociedad, en el Estado y en el mundo [... y ...] los derechos del hombre son considerados un derecho natural (Gorbachov, 1993).  

Los lideres que no han respetado los derechos humanos universales a la larga destruyeron a sus propios países y a otros. Estos hombres poseyeron cualidades extraordinarias para influir y lograr sus propias metas o las de grupos fanatizados. Podemos admirar sus habilidades o cualidades para convencer, para controlar, para organizar; podemos reconocer su fuerza personal y social y muchos atributos y conductas especificas más; pero en el marco de nuestro análisis resultan ser lideres desviados y bizarros que se han caracterizado por su patología y capacidad destructiva.  

La ética y los resultados humanos totales ("holísticos") caracterizan esencialmente a los lideres que definimos.  

Desde luego, no queremos decir que los lideres tienen que ser necesariamente santos o héroes. El hombre normal, el líder humano posee cualidades y defectos, se equivoca, comete errores; pero su orientación y su actuación están dirigidos a la construcción de si mismo, de sus semejantes y de su mundo. No construye destruyendo. Los fines no justifican nunca los medios.  

En este contexto, adoptamos la filosofía humanista en nuestros fundamentos psicológicos, sociales y administrativos, que consideramos esenciales de la conducta humana. No consideramos el liderazgo “puro” como las ciencias físicas o las matemáticas lo pudieran hacer con mayor facilidad; aunque, incluso para éstas, es imposible desligar el entorno o la genética de la ética, ya que tiene efectos morales sobre la misma supervivencia del ser humano.  

En nuestro estudio y en nuestra experiencia, hemos encontrado hombres sobresalientes que manejan perfectamente sus relaciones humanas, y han aprendido a ser figuras de influencia en sus organizaciones o en el contexto político; sin embargo, en su vida personal y en los valores que persiguen muestran una profunda contradicción. Hombres que dicen tener una vocación de servir a los demás y a sus instituciones, pero que en realidad lo único que buscan es el beneficio personal, muchas veces sin importarles los valores éticos fundamentales. Hombres que predican servir a sus países y, sin embargo, han amasado una fortuna mediante negocios turbios e incluso en perjuicio de los intereses de quienes dicen servir.  

No es nuestra meta juzgar ni a lideres concretes, ni a hombres específicos, que pueden ser lideres y llevar una vida poco ética en uno u otro campo de su vida privada.  

A veces, en la vida real no es fácil conocer la honestidad o deshonestidad de un líder. De John F. Kennedy hasta muchos años después de su muerte hemos conocido aspectos de su vida turbulenta en el terreno amoroso. Durante los años de su liderazgo, la imagen que la mayoría de la gente tenia de él era la de un modelo de esposo y padre. Como imagen de lealtad conyugal se ha demeritado; mas no necesariamente su imagen política.  

Lo que conserva el liderazgo de los hombres y mujeres de carne y hueso es fundamentalmente el compromiso esencial que han ofrecido a los seguidores. Si éste no se rompe, se le pueden perdonar algunas ofensas personas o sociales. Incluso existen sociedades cuyo contrato no escrito con sus dirigentes podría ser algo así: "Mientras nos lleves a lograr las metas esenciales, te perdonamos tus desviaciones o faltas personales o sociales". Lo que nos interesa primordialmente en este libro es descubrir las conductas y capacidades de los lideres que influyen positivamente en sus seguidores, en sus organizaciones y en sus países. Nos interesan aquellos que ejercen una acción constructiva y positiva en su mundo, y que en el contexto global dejan frutos de desarrollo, de crecimiento y de esperanza para su grupo. 

EL LIDERAZGO es, ante todo, un arte, más que una ciencia fría, descriptiva y deshumanizada. Como todo arte, tiene muchas facetas y es difícil de definir. La vida y el hombre pueden ser entendidos desde un número infinito de ángulos y nunca agotamos su estudio. Asimismo, el liderazgo es una actividad humana que tiene muchos ángulos. Analizar, meditar, ejercitar y perfeccionar el liderazgo es trabajo de una vida; por eso encontraremos definiciones diversas, que se complementan y enriquecen y que agregan matices y nuevas perspectivas a su estudio. Quien quiera entender y definir fría y conceptualmente lo que es el liderazgo, creo que pierde su tiempo, igual que si quisiera definir conceptualmente el amor de Romeo y Julieta, o la Quinta Sinfonía de Beethoven, o ¡la vida! Aquel a quien le interese el tema, que sea para vivirlo y practicarlo como un arte; ya sea en su pequeño entorno familiar, o para su grupo o país; o para aplicarlo, por analogía, en la dirección de si mismo, o al memos para entender la vida social. Por estos motivos presentaremos diversas definiciones que pueden enriquecer la conceptualización y análisis en el camino a formarse como líder y percibir sus distintas dimensiones. En primer lugar quisiera citar a Stodgil (1974), que luego de revisar la literatura sobre el tema, sugiere once perspectivas desde las que los distintos estudios definen el liderazgo: 

1)      como una función de los procesos de grupo;
2)      como parte de la personalidad;
3)      como el arte de buscar consenso;
4)      como la capacidad de influir;
5)      como una forma de persuadir;
6)      como conductas o comportamientos específicos;
7)      como una relación de poder;
8)      como un instrumento para obtener los objetivos;
9)      como un efecto de la interacción;
10)  como un papel o rol;
11)  como el inicio de una estructura.  

Según se puede observar, estamos hablando de un concepto que se puede definir desde diversas perspectivas y desde cada una de ellas podríamos hacer una definición distinta. La complejidad del concepto nos refuerza en la idea de que el liderazgo es una situación existencial de la relación humana que no puede ser conceptualizada de una sola forma, como tampoco la vida misma. Por ello, a continuación hemos seleccionado algunas definiciones que pueden inspirar a los practicantes y teóricos de nuestro tema, como fuente de meditación y conceptualización, más que como una definición única y definitiva. Nuestro enfoque estará orientado hacia la conceptualización dinámica y existencial del liderazgo, más que a lo estructural.  

Una primera aproximación de la psicología social (Cartwright y Zander, 1971) nos presenta al liderazgo como la capacidad de tener el poder personal y social, la habilidad de convertir una intención en un resultado y mantenerlo con, a través y para la gente.  

Es decir, el liderazgo parte de la personalidad, de la capacidad individual de obtener los resultados, pero en una relación esencial con los seguidores, dentro de un contexto social determinado. Un investigador puede tener la capacidad de obtener resultados; pero sólo en la intimidad de su laboratorio, no con otras personas. En este caso, el científico no ejerce un verdadero liderazgo hasta que entra en contacto con otras personas en las que influye.  

Para John W. Gardner, "líder es aquel que concibe y expresa metas que elevan a las personas por encima de sus pequeñas preocupaciones, por encima de sus conflictos [...] y las integra en la búsqueda de metas trascendentes y dignas de sus mejores esfuerzos" (Gardner, 1990). En otras palabras, es aquel que no sólo concibe, genera y define los objetivos, sino que los sabe expresar, los comunica; logra hacer llegar el mensaje a los miembros de su equipo, de su institución. La transmisión es esencial en el proceso de conducir a otros. Sin la comunicación efectiva el liderazgo no existe.  

Las metas tienen un sentido de futuro y de elevación de lo cotidiano; sentido trascendente que dignifica a las personas y da una valoración superior a la conducta y entrega. Estos objetivos integran a los seguidores más allá de sus conflictos e intereses personales. El líder tiene el poder de humanizar y dar sentido de trascendencia, de promover una fuerza superior, sinérgica, que facilita la aportación del máximo esfuerzo.  

Liderazgo, en la concepción de John P Kotter, "es el proceso de mover a un grupo o grupos hacia alguna dirección, a través de medios no coercitivos" (Kotter, 1988). Kotter enfatiza la naturaleza del liderazgo como un continuo, como un proceso que se puede alimentar o desgastar; es un fenómeno dinámico que depende de fuerzas que lo fortalecen o debilitan. 

 "Liderazgo es ser un agente de cambio" (Siliceo, 1992), un transformador que conoce y maneja las variables de su mundo en continua mutación y evolución; se abre al cambio y lo promueve; no al cambio por si mismo, sino como una mejora continua y como un reto inexorable de la evolución humana. En este “trabajo” modifica y crea mejores condiciones materiales y humanas; y se trasciende a través de la acción del homo faber y del homo politikoon.  

En dinámica de grupos, Cartwright y Zander (1971) conciben al líder como aquel que, independientemente de su nivel jerárquico, es el que más influye en un grupo para el logro de sus resultados. Todo grupo humano organizado tiene consciente o inconscientemente una serie de metas y una misión por alcanzar. El líder ayuda a que se encuentren, clarifiquen y definan las metas.  

Las influencias o conductas de liderazgo pueden ser de dos tipos: a las primeras las denominamos influencias de tarea, que son todas aquellas acciones de cualquier miembro del grupo que definen metas, que programan actividades, que proporcionan información relevante para facilitar la obtención de los objetivos. También se refiere a las actividades que llevan al grupo a evaluar resultados, a diagnosticar la situación actual del equipo en relación con las metas, al control de actividades; en resumen, son todas las influencias que dan dirección y llevan al logro de la misión por la que existe ese equipo humano.  

El segundo tipo lo constituyen todas las intervenciones de liderazgo que denominamos influencias de mantenimiento, que son todas aquellas acciones de cualquier miembro del grupo que fortalecen la integración y cohesión de dicho equipo. En esta categoría se cuentan todas las intervenciones que propician el entendimiento de los miembros entre si, la comunicación y la retroalimentación. También son influencias de mantenimiento aquellas que buscan el consenso y la valoración de las ideas y las aportaciones de los miembros del grupo. Asimismo, las que ayudan a resolver las diferencias y los conflictos entre los miembros. En pocas palabras, son las que propician la identidad, la motivación, la cohesión, la vinculación y la permanencia de las personas en un grupo humano.  

Las dos intervenciones de liderazgo, es decir, las de tarea y mantenimiento, son esenciales y complementarias. Incluso, la dinámica de grupos sostiene que éstas son independientes del puesto o nivel jerárquico y que difícilmente una sola persona es sobresaliente en las dos. Un equipo maduro recibirá influencias de mantenimiento y de tarea de diversos miembros, es decir, tendrá un liderazgo compartido (French, 1971).  

Líder, según Warren Bennis, es ser un visionario, un profeta, un artista del futuro que logra que las visiones se concreten (Bennis y Nanus, 1985). Tener un conocimiento amplio del presente y sus posibilidades en el futuro. El liderazgo es un asunto de futuro; difícilmente se sigue a una persona si no habla de él, de lo que se puede lograr, de las opciones de progreso y beneficio en el mañana.  

En capítulos posteriores profundizaremos ampliamente en la capacidad de generar visiones. Baste decir que tener visión es planear, es crear las posibilidades de la acción presente; es trascender el hoy y ver lo que otros no ven; es pensar hacia adelante, reflexionar, integrar la experiencia pasada en un planteamiento tangible e intuitivo de las realidades que se pueden obtener. Sin embargo, es fundamental que el líder concretice la visión, e inicie su realización, bajo pena de permanecer como un soñador y no lograr o perder el liderazgo.  

Líder significa, en la concepción de los especialistas de la planeación estratégica, entre los que incluimos particularmente a Peter Drucker (1964) y a Kenichi Omahe (1983), ser un estratega, un globalizador de las metas, ideas y programas; un generador de actividades y procesos programados. Blanchard, en su ponencia en el Congreso de la ASTD en San Francisco, California, en 1991, se explayó en el concepto de que ser "líder es servir" (Blanchard, 1991). Esto significa que el dirigente tiene como responsabilidad poner todas sus cualidades, energías y talentos en la tarea de lograr que sus seguidores obtengan éxito, logren las metas, se desarrollen y cumplan con la misión de su puesto. Si ellos tienen éxito, el líder lo tendrá también, lo mismo que la organización o institución. integra en su definición un sentido ético trascendente y el proceso de delegación.  

Por último, pero no por ello lo menos importante, líder es ser un maestro, un formador de personas; un inspirador de hombres y mujeres que generarán sus propias visiones y motivaciones hacia las metas y los valores de sus propios equipos humanos (French, 1971). Krisnamurti, que es uno de los educadores más importantes de este siglo, sostiene que lo que más puede dar un maestro a sus alumnos es el amor por la materia (Krisnamurti, 1980); es decir, inspiración, entrega, cariño por lo que se hace. Y en este sentido podemos decir que el verdadero dirigente es un inspirador y un estimulador del trabajo y de las metas. Podemos observar en estas definiciones que el liderazgo que proponen las ciencias de la conducta tiene diversos orígenes y perspectivas, aunque se refiere fundamentalmente a la tarea de dirigir y conducir la energía humana en un esfuerzo de progreso y trascendencia comunitaria, en donde los valores y la critica califican y orientan el trabajo y el esfuerzo efectivo.  

El Líder es un administrador de energías y recursos que se dirige a los procesos humanos superiores como son la entrega, la pasión por lo que se hace, la lealtad, la colaboración, la trascendencia, el sentido del trabajo y de la vida, el desarrollo personal y el comunitario, a través del manejo de los recursos materiales, tecnológicos y administrativos, y con el fin de lograr resultados. Los resultados, en su sentido más amplio, son aquellos que generan riqueza material, social, cultural y espíritu, y que ponen al servicio del hombre bienes y servicios que lo elevan en su calidad humana integral.  

Atrás de estos logros existe, obviamente, esfuerzo, discipline, conflictos y retos a vencer. No es una tarea fácil, sino que implica dolor y sufrimiento, malentendidos y lucha.  

El ser humano es un ser en conflicto, como señala Sigmund Freud (1967). La construcción del ser humano y su mundo es una superación de obstáculos y situaciones dolorosas. Los estudiosos de la psicología y filosofía de todas las épocas, los ascetas y los místicos de todas las disciplinas y religiones, han dado cuenta de que la superación del hombre implica una integración o canalización dolorosa de los impulsos primarios. Implica, en ocasiones, el ceder a intereses individuales e inmediatos en aras de otros de mayor valía. La misma vida social y el respeto a los derechos ajenos llevan implícitos una tarea permanente de integración, adecuación y renuncia a metas y deseos personales para crear intereses comunes trascendentes.  

El líder es el que facilita este proceso de integración, superación y sublimación de los intereses y necesidades parciales para formar un equipo humano solidario, que respetando al individuo crea una nueva identidad, ya sea de grupo, de organización o de país. El liderazgo cobra sentido en esta creación de un esfuerzo comunitario. Es el aglutinador de energías, de necesidades, de expectativas, de creencias y de fines comunes. De aquí que el líder y su desempeño sea primordialmente un fenómeno social y simbólico. El líder es el sintetizador del pensamiento positivo futuro del grupo humano; es el receptáculo aglutinador de los deseos y fines más profundos de su equipo. Es la esperanza y la confianza; es la seguridad y la fuerza de voluntad; es el que entiende y ayuda a superar las contradicciones; el que salvaguarda los valores tradicionales fundamentales; el que mantiene o ayuda a incrementar el autoaprecio y quien propone nuevos valores trascendentes.  

De aquí que el líder llegue a ser la esperanza de un pueblo o una nación; de una organización o de una asociación o de un negocio. En él se deposita la confianza para la superación de las contradicciones y los conflictos. Por eso, cuando el líder fracasa, sale crucificado. El pueblo lo mata física o simbólicamente. Cuando el líder fracasa, todos fracasan. De aquí la exigencia de los seguidores sobre la conducta de su líder; de aquí la exigencia maniquea, a veces, que exige perfección y estándares que muchas veces no viven los seguidores.  

Por otra parte, la misma relación entre el líder y los seguidores puede ser conflictiva y por lo tanto potencialmente explosiva. El que hoy es héroe, mañana es apedreado. Freud analiza ampliamente esta relación ambivalente y simbólica entre padre e hijo que sólo se supera en la madurez del hijo, en el perdón de los errores y en la individuación y responsabilidad propia.  

Los lideres o antilíderes no escapan a esta dinámica, ya sea en su mismo tiempo o en el futuro. Hoy lo vemos claramente en Rusia con Lenin, que de ser el centro de la Plaza Roja ha sido condenado a muerte post mortem. A mayor frustración y mayores expectativas puestas en el líder, mayor agresión. A mayor poder concentrado, mayor idealización o mayor descrédito. De aquí que en las democracias, donde se comparte más el poder, es menor esta fuerza o dinámica, y sucede lo contrario en las dictaduras o con los dirigentes autócratas.  

En esta relación dual líder-seguidor, los pueblos o los seguidores están, responsable y participativamente, involucrados, y los grupos con mayor madurez, educación y responsabilidad se proyectan en su rechazo a la imposición y a la dictadura. A mayor madurez y responsabilidad existe mayor democracia. Los grupos y comunidades inmaduras, sin responsabilidad social, divididos, sin educación ni organización, requieren lideres autócratas y gobiernos dictatoriales. La madurez del grupo genera el estilo de liderazgo necesario (Hersey y Blanchard, 1981). En este sentido, se dice que "cada pueblo o grupo tiene el gobierno que se merece".  

El liderazgo es un fenómeno social de interrelaciones y de intercambio que se basa en las necesidades del grupo y en el estilo de los lideres que encajan en la dinámica de la relación.  

En las comunidades primitivas los lideres son considerados y tratados como dioses lejanos y simbólicos de los deseos inconscientes de los pueblos, como el caso de los faraones de Egipto, que eran mitificados y a través de ellos los demás encontraban su salvación. En las sociedades modernas el líder es un personaje cada vez más cercano y humano, como el común de los mortales, debido a la mayor educación y corresponsabilidad en la toma de decisiones y en la solución de los problemas.  

Este fenómeno se da en los países y en las organizaciones. A mayor nivel de preparación y capacitación, se requieren guías más cercanos a la definición de primus inter pares (primero entre iguales), es decir, más demócratas. El capataz de la era industrial inicial ya no es efectivo en la era de la información y del conocimiento. Las dictaduras de sociedades poco desarrolladas ya no son efectivas en la era moderna, que ha sufrido la reforma de la educación de las masas. Las élites lejanas tienden a desaparecer. Asimismo, el liderazgo de un solo hombre tiende a dar paso a los liderazgos compartidos, a las alianzas de grupos y de naciones. En la empresa y en las instituciones surge la conducción multidisciplinaria, el trabajo intergrupos y la toma de decisiones comparada en los distintos niveles.  

En esta nueva concepción del liderazgo, éste se redefine como una función de servicio, y en vez de que la organización humana dependa de la voluntad y del poder del hombre en la cúpula, ahora la organización se dirige más claramente hacia el individuo, el ciudadano, el cliente, que es el beneficiario último de las organizaciones humanas. Vemos hoy que la nueva revolución administrativa concibe la famosa pirámide invertida. En la cúspide y en el fin último esta el destinatario final de los servicios y bienes, seguido de los niveles jerárquicos más bajos de la organización, que deben ser apoyados y servidos por los niveles superiores.  

Por lo que los lideres, los directores y gerentes aparecen apoyando y al servicio de toda la organización. Ser líder hoy, en la víspera del siglo XXI, es servir. O visto desde la perspectiva de Tom Peters y Robert Waterman (1982) en su libro En búsqueda de la excelencia; “Lo que habíamos dejado de tomar en cuenta en la tarea de incrementar la productividad en las organizaciones, era que todo proviene de las personas”. Los líderes sólo pueden asegurar la productividad y la calidad basados en las personas, que son quienes hacen los bienes y proporcionan los servicios. El poder esta cada vez más en la antiguamente despreciada base de la pirámide. Y de aquí surge el nuevo tema recurrente del liderazgo: empowerment (Peters, 1987), que se traduce en pasar el poder de decisión hacia abajo. Abajo se producen organizaciones fuertes; se resuelven los problemas en el lugar donde suceden, sin pasar por la burocracia de las anquilosadas organizaciones. Abajo esta la posibilidad de cambio rápido, de flexibilidad, de adaptación al cliente y de mayor productividad. Abajo esta la posibilidad de formar ciudadanos corresponsables de resolver los problemas comunitarios y encontrar la democracia participativa.  

Pero esto significa una fuerza de trabajo capacitada y entrenada para la era de la información y del conocimiento; responsable y preparada para manejar el "shock del futuro" (Toffler, 1972). En otras palabras, con mayor madurez técnica y humana; más democracia y participación. Éste es el contexto teórico, conceptual y evolutivo en el que necesitamos estudiar, analizar Y, sobre todo, preparar a los lideres del futuro, que ya llegó.  

EL LIDERAZGO se da, como hemos mencionado, en todos los aspectos de la vida social; en la relación padres-hijos, en la escuela, en los grupos formales e informales; en el mundo político, en el empresarial y en el de las instituciones públicas; en los clubes, en las organizaciones de beneficencia, en el contexto nacional e internacional, etcétera.  

Para nuestro estudio haremos un triple énfasis, a través de los casos y ejemplos vividos por el autor: en el liderazgo del mundo empresarial y organizacional; en el liderazgo que se da en el sector público, sobre todo para los niveles hacia adentro de la administración, como una estructura que debe ser cada vez más efectiva y que propicie obras y servicios de mayor calidad a los ciudadanos, y en el liderazgo que se da en las estructuras educativas, como base del cambio para la formación de los lideres del mañana.  

Liderazgo Político 

Hay muchos niveles de influencia política. Aristóteles definía al hombre como un ser político, es decir, de la polis, de la ciudad, del Estado. El ser humano es un ser que vive en sociedad, y como tal, una de sus principales responsabilidades es la de formar una comunidad.  

El arte de la política es la habilidad de concertar diversos intereses hacia el bien común, respetando los derechos individuales y exigiendo que se cumplan las obligaciones. La política es fundamentalmente una de las funciones primordiales en las que se requiere del liderazgo.  

La negociación y concertación de intereses se da en el nivel más alto de los países, en las ciudades, en los municipios, en los pueblos; en las agrupaciones de cámaras y asociaciones de hombres de negocios; en las agrupaciones religiosas; en cada empresa; en las escuelas. También en la familia se da la acción política de concertar, negociar y crear las condiciones de convivencia y desarrollo social.  

Uno de los ámbitos naturales del liderazgo es, precisamente, el de la política aunque quizá sea uno de los medios más desprestigiados por la corrupción y la ineficiencia que ha caracterizado a la administración pública, no sólo en nuestro país, sino en otros muchos países. Sin embargo, es un medio donde se requieren mayores esfuerzos para formar y promover verdaderos lideres que encuentren los nuevos esquemas del mundo que se esta gestando.  

Liderazgo Empresarial 

En el lenguaje común, liderazgo empresarial significa la actividad directiva en las agrupaciones industriales, cámaras u organismos representativos ante el sector gobierno, o ante otros organismos cúpula. Esta función es ejercida, normalmente, por dirigentes que tienen interés de influir, no sólo en sus propias empresas, sino en el desarrollo y crecimiento social, político y de negocios más amplio.  

Liderazgo Emprendedor 

Se entiende por liderazgo emprendedor la actividad de las personas al iniciar un negocio, empresa u organización ya sea con fines lucrativos o no. El empresario es aquel que se caracteriza por iniciar y/o desarrollar un proyecto organizacional como son fábricas, giros comerciales, escuelas, clubes, empresas de servicios, etcétera.  

Liderazgo Ejecutivo 

En la actualidad, las ciencias administrativas (Drucker, 1988) insisten cada vez más en la importancia de que los directivos, gerentes y funcionarios públicos posean características semejantes a las de los lideres empresariales en cuanto a iniciativa, capacidad de cambio, orientación hacia resultados y, en su caso, a la productividad, efectividad y rentabilidad.  

Incluso, en el sector público (Osborne, 1992) ya se ha introducido el término gerente para hacer énfasis en la responsabilidad sobre los resultados y el desarrollo de sus respectivas dependencias.  

El verdadero líder ejecutivo es aquel que toma estas responsabilidades como primordiales y al mismo tiempo entiende que su reto es lograr esas metas a través de la gente; de motivar, de dirigir, de evaluar el desempeño, de formar equipo y hacer crecer a sus colaboradores.  

Liderazgo del Educador 

La educación también tiene el reto de cambiar en este nuevo orden y competencia mundial. Los directores escolares y administradores de escuelas pueden ser verdadero líderes, y "no sólo administradores", sino ejecutivos emprendedores que deben estar orientados hacia resultados con un espíritu de cambio y crecimiento permanente de la calidad de sus servicios y de su administración escolar.  

Asimismo, los maestros son lideres en cuanto que ejercen un papel primordial como inspiradores de los alumnos, como coordinadores de la relación maestro-padres de familia y por la importancia de su influencia en los valores, en la motivación, en el aprender a trabajar en equipo, en organizar las habilidades de los alumnos para obtener logros y en general a ser mejores personas en el ámbito individual y social.  

Existen otros muchos campos de liderazgo, como son el militar, religioso, social, sindical, comunitario, terapéutico, comunitario, científico, y de cuanta actividad humana organizada exista. Cada lector podrá aplicar lo que aquí se diga a su propio ámbito de interés.  

Las Características Comunes de Liderazgo 

El objeto de estudio de este libro son las características comunes a todos los niveles y ámbitos de liderazgo, y que configuran las cualidades personales, las practicas para dirigir las capacidades que hacen que una persona tenga ascendencia y poder de influencia en el pensamiento, en los sentimientos y en las conductas de otros, etcétera.  

Las distintas habilidades particulares, propias de los distintos ámbitos y niveles específicos, no son materia de este análisis; como seria el caso de señalar que el director de una institución bancaria, además de ser un prominente líder, debería ser un especialista en finanzas o en administración de capitales o en ingeniería financiera. Estas especialidades no son objeto de nuestro estudio. Pero si lo que se refiere a sus habilidades y capacidades personales y conductuales con las que dirige, oriental motiva y desarrolla los esfuerzos humanos de su organización. Estas últimas características son comunes a un director de una empresa semillera, de una tienda departamental, de una dependencia del sector público, o a un secretario general de un sindicato.  

Incluso dentro de estas mismas características para dirigir personas, los lideres estarán identificados o se adaptarán a las diversas circunstancias de nacionalidades, niveles, regiones, especialidades, grados de educación, etc. Sin embargo, lo esencial son esas habilidades y capacidades que poseen los lideres para saber llegar al corazón y a las motivaciones más profundas de los seguidores. Estas últimas son el objeto específico de este libro.

Estructura de Liderazgo 

Toda organización o institución compleja tiende a estructurarse con base en niveles y jerarquías como son directores, gerentes, jefes, supervisores, coordinadores, etc. Esta columna vertebral, compuesta desde el nivel más alto hasta los niveles de mando más cercanos a la línea, constituye el conjunto sistema llamado liderazgo. Este sistema conforma la estructura que identifica, no a una persona en particular, no a un nivel, sino al conjunto y a la suma de todos los liderazgos.  

Cuando existe una institución integrada y sólida, esta estructura presenta características de dirección comunes que pueden ser estudiadas como un conjunto. De hecho una cultura organizacional integrada presenta congruencia de mando y un estilo propio, que influye uniformemente en todos los miembros.  

Formar una estructura de esta naturaleza es una de las responsabilidades prioritarias de los niveles más altos de las organizaciones, y será tema de análisis en un capitulo posterior sobre la formación de la cultura institucional.  

La estructura de dirección no sólo se da en las instituciones o en las empresas, sino en toda la trama social. La ausencia de liderazgo a nivel mundial no es tan importante en si misma, sino como síntoma de la ausencia de liderazgo en todos los estratos sociales. En este sentido, el sistema de liderazgo en la estructura política es un reflejo y un diagnóstico de la suma de los liderazgos que ejercen todos los ciudadanos en cada uno de los subsistemas sociales; es decir, los padres de familia en los hogares, los directivos en las empresas, los maestros en las escuelas, los dirigentes sindicales con sus agremiados, etcétera.  

Por todo lo anterior, no sólo es verdad que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, sino que lo genera, lo sostiene y lo perpetúa; pero hoy día la corresponsabilidad se hace, aún más, un deber ser, ya que "no hay posibilidad de que la autoridad central de las instituciones pueda controlar todas las variables de una forma centralizada, ya se trate de una corporación, de una nación o de un familiar Los individuos en todos los niveles y áreas deben estar preparados para ejercer la iniciativa de lideres y la responsabilidad, usando su conocimiento inmediato para resolver los problemas a su nivel. La vitalidad en los niveles medios y bajos de liderazgo puede influir grandemente en los niveles más altos de liderazgo" (Gardner, 1990).